UNO Julio 2015

Economía colaborativa: la revolución del consumo mundial

 

Durante los últimos años las tendencias de consumo han ido evolucionando de forma insospechada, en paralelo a la expansión del universo digital a través de las redes sociales y como consecuencia de la crisis mundial que ha impactado al mundo en la última década. Una prueba es el nacimiento de la economía colaborativa, un fenómeno que, poco a poco, ha ido tomando mucha fuerza y se encuentra rompiendo los paradigmas de consumo establecidos hasta ahora, con la generación Millennial como principal exponente. La tecnología está cambiando modelos de negocios tradicionales enfocando las necesidades de los consumidores.

Lejos quedan los tiempos de la sociedad de propietarios, hoy la revolución digital genera nuevas relaciones productivas y transforma los estándares de consumo mundiales. Es así como nace la economía colaborativa, un sistema en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales con la reputación y la confianza de un mejor servicio como eje de la decisión de compra-venta. Gracias a estas plataformas digitales las barreras de desconfianza se han visto reducidas tomando como base el uso de perfiles de usuarios con valoraciones y referencias que dan pie a nuevas formas de relacionarse, intercambiar, y monetizar bienes económicos en modelos de negocio tradicionales.

El principal valor agregado de esta nueva tendencia a la colaboración, además de ganancias económicas, es la producción y el desarrollo de conocimiento

Internet, los sistemas de geolocalización, la portabilidad y sociabilidad de las nuevas tecnologías, el crowdsourcing, la cultura open-source, el maker movement, y el surgimiento de una nueva generación de ciudadanos con una mayor capacidad y alcance para impactar en su entorno a través de un click, son tan solo algunos de los componentes técnicos y culturales que han sentado las bases para consolidar un nuevo modelo de intercambio que está redefiniendo la forma de hacer negocios y relaciones a través del intercambio de bienes y servicios entre ciudadanos.

Por ello, el principal valor agregado de esta nueva tendencia a la colaboración, además de ganancias económicas, es la producción y el desarrollo de conocimiento, ya que al ser compartido puede tomarse como punto de partida para iniciar nuevos modelos de negocio.

En este sentido, el modelo de la economía colaborativa puede traer beneficios personales, tanto a nivel económico como de crecimiento personal e intelectual, pero está sujeto a una limitación: el deseo del individuo.

El verdadero potencial de este modelo radica en la integración de varias personas en el proceso de generación de valor, tanto económico como social. Al establecer que cada individuo puede trabajar en un área de especialización diferente en esta economía, se descubre que existe un potencial infinito de posibilidades de creación, innovación e incluso empoderamiento financiero en pequeños, medianos y grandes proyectos.

La era de la economía colaborativa supone un cambio cultural, es una economía de acceso en la que podemos encontrar desde choferes privados y empleadas del hogar hasta alojamiento y habitaciones de hotel alrededor del mundo.

El crecimiento exponencial de la economía colaborativa en los últimos años, a nivel global, no habría sido posible sin el desarrollo tecnológico. La evolución de plataformas que ofrecen los sistemas de mercados en línea, en conjunto con las tecnologías P2P, son hechos determinantes que han favorecido este modelo, asegurando un ecosistema en el que intercambiar bienes y hacer transacciones en línea resulta tan sencillo como introducir ciertos datos personales y hacer algunos clicks.

Sin duda, el desarrollo del plano digital ha logrado facilitar el proceso de comunicación, agilizarlo y masificarlo del mismo modo que lo hizo con el intercambio de bienes e incluso con la creación de comunidades enfocadas en llevar a cabo actividades y desarrollar modelos en línea como el consumo colaborativo, lo que ha permitido su difusión desde ser iniciativas locales hasta globales.

El panorama actual

Nombrada por la revista TIME en 2011 como una de las “10 ideas que cambiarán el mundo”, la economía colaborativa se ha posicionado hoy como un nuevo modelo financiero en auge. Gracias al cambio de hábito, pasamos de la posesión a la accesibilidad. Concretamente, gran parte de su estructura se basa en la aplicación de nuevas tecnologías para establecer redes de intercambio, de alquiler, de subastas o de comunidades establecidas para compartir bienes, espacios o servicios.

Las cifras de este fenómeno económico son cada vez más sorprendentes. Miles de viajeros alrededor del mundo se hospedan en propiedades de otros particulares utilizando la plataforma Airbnb; millones de personas utilizan los servicios de Uber para llegar a sus destinos y, casi la mitad de la población mundial tiene una cuenta en Spotify que le permite disfrutar de un sinfín de canciones en línea.

Según Forbes, el año pasado se movieron cerca de 3.500 millones de dólares dentro de la economía colaborativa a nivel global, lo que representó un incremento del 25% frente a las transacciones registradas en este sector durante el 2013.

Este modelo está abarcando cada vez más ámbitos de la sociedad y sobre todo de la vida cotidiana de los ciudadanos. Airbnb opera ya en 35 mil ciudades de 192 países, donde ofrece más de 600 mil espacios de alojamiento que van desde habitaciones individuales hasta castillos europeos. Por su parte Uber tiene presencia en más de 100 ciudades en 45 países diferentes y está valuada en más de 18.000 millones de dólares.

Las críticas que enfrenta la economía colaborativa

Frente a este auge han surgido muchos cuestionamientos. A medida que este modelo económico se va expandiendo y avanza hacia su consolidación, surgen posturas más críticas que se oponen a su desarrollo ya que para muchos empresarios tradicionales representa una competencia desleal dentro de su sector.

El crecimiento de plataformas como Airbnb y Uber se ha convertido en objeto de polémicas en todo el planeta. En el caso de Uber han sido notables las manifestaciones y protestas por parte de taxistas que desde Washington hasta la Ciudad de México, pasando Bogotá o Madrid, reclaman regulaciones e incluso sanciones a este modelo, aunque independientemente de la postura que se tome frente a él, revela un deseo generalizado y compartido, por parte de los consumidores de todo el mundo, de encontrar soluciones que amplíen el acceso a bienes y servicios, que satisfagan las necesidades de la sociedad del siglo XXI y que permitan tener un diálogo horizontal basado en la reputación y la confianza que ofrece una estructura de intercambio, donde todos estamos en la posibilidad de ser tanto consumidores como productores al mismo tiempo.

Con este panorama, el gran reto al que se enfrenta la economía colaborativa es la regulación, pues de momento no cuenta con una normatividad clara y se encuentra ante la necesidad de crear un marco legal que otorgue seguridad y confianza a los involucrados. Ante esta situación, surge el cuestionamiento de cómo hacerlo, ya que una regulación desproporcionada perjudicaría a los consumidores y al interés general, suponiendo un obstáculo a la competencia efectiva.

Los sistemas de reputación implantados por estas plataformas hacen que el usuario tenga la información necesaria sobre el bien o el servicio al que se dispone a acceder, aunque muchas veces esto no siempre sea suficiente. Es necesario dar una respuesta normativa cuando existen vacíos legales y de mercado que impidan el acceso de operadores a la prestación de bienes y servicios. La creación de normas tiene sentido, en un caso como el presente, cuando el mercado es incapaz de alcanzar un resultado que asigne los recursos de forma eficiente.

Los cambios provocados por la economía colaborativa

El rigor de las crisis económicas a nivel global, reflejadas en estados al borde de la quiebra y altas tasas de desempleo, la creciente preocupación por la ecología y la salud del medio ambiente han hecho que en las últimas décadas las personas descubran y promuevan un consumo colaborativo, que prioriza la reutilización de los objetos que nadie más usa, en vez de la adquisición de nuevos artículos.

Por esta razón muchas personas, en distintas regiones del mundo, han encontrado en la economía colaborativa una forma idónea de obtener los productos y servicios que requieren, sin comprometer su situación financiera, pues este modelo prioriza el uso del objeto sobre la propiedad del mismo.

Este rejuvenecido concepto ya ha despertado la creatividad de millones de personas que demuestran que estamos situados en un punto coyuntural en el que la economía colaborativa puede ser usada de maneras cada vez más innovadoras y socialmente responsables.

Una mirada hacia el futuro

El futuro presenta diversos retos para la economía de colaboración, ya que además de la regulación y la normatividad en torno a sus procesos, se debe fortalecer la confianza entre los involucrados para poder seguir dando pasos firmes rumbo a un desarrollo sostenido.

Este modelo funciona gracias a ciudadanos empoderados que trabajan juntos, pero esta colaboración exige la regeneración de la confianza hacia las personas que nos rodean.

La economía colaborativa busca ofrecer nuevas alternativas al sistema actual. Propone aprender a valorar los intangibles generados como el ahorro de emisiones, las conexiones entre personas y nuestra constante capacidad de creación. Es el futuro de la solidaridad entre ciudadanos. Generamos proyectos, compartimos recursos y tenemos ganancias conociendo de primera mano a los beneficiados.

Alejandro Romero
Socio y CEO para Américas de LLORENTE & CUENCA
Desde 1997 está al frente del proceso de expansión de la compañía en Latinoamérica iniciando las operaciones de Perú, Argentina, Colombia, Panamá, Ecuador, México y, recientemente, Miami. Alejandro ha encabezado además los procesos de comunicación de tres de las diez operaciones más importantes de M&A en la Región: la venta de las operaciones de BellSouth al Grupo Telefónica, la adquisición por SABMiller del Grupo Empresarial Bavaria y la venta de Grupo Financiero Uno a Citibank. En 20 años ha conseguido posicionar nuestra firma en América Latina como la primera red de comunicación de la región. [USA]
Luisa García
Socia y Directora General España y Portugal de LLYC
Es licenciada en Ciencias de Información, con especialidad en Publicidad y Relaciones Públicas, por la Universidad Complutense de Madrid y MBA por la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile. Ha sido la socia responsable de la Región Andina y Chief Operating Officer (COO) para América Latina en LLYC. Fue elegida como una de las 50 mujeres de negocios más influyentes de América Latina por la publicación Latin Business Chronicle. En 2014, Luisa fue reconocida como Ejecutiva del Año en América Latina y Mujer del Año en los Stevie Awards.

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