UNO Noviembre 2014

El puente tiene grietas

 

Si uno busca en la programación del festival de cine de San Sebastián 2014 y descubre el gran número de películas latinoamericanas en sus distintas secciones, comprobará que menos en un par de cintas, la presencia española es inexistente. Cada año que pasa hay menos y menos rastro de presencia artística, de técnicos o de empresas españolas. Y esto ha ocurrido este año en todos los demás festivales: Cannes, Berlín, Venecia, Toronto y otros. Y lo que es peor: apenas se estrenan películas iberoamericanas en los cines españoles y menos aún en coproducción con España.

Si uno acude al encuentro de coproducción latinoamericano que se celebra todos los años en Donosti, donde se seleccionan un importante número de proyectos para buscar coproductores, el año pasado ya comprobé que la mayoría de los cineastas de la otra orilla buscaban socios alemanes o franceses y no productores españoles. Ya no contamos como posibles socios o compañeros de viaje de sus proyectos. ¿Por qué?

Estamos en retirada o casi en desbandada en política cultural, en la inexistente política cultural. Si miramos un poco para atrás y nos acordamos de la creación del programa Ibermedia, nos vendrá a la memoria el gobierno de Aznar y su secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, alguien que consideraba que el cine era importante para la difusión de la Marca España en Iberoamérica y que con el apoyo de los responsables de Exteriores puso en marcha el programa. En las Cumbres de Jefes de Estado, se hablaba de cine, nos reuníamos con los cineastas y autoridades, y se pensaba y discutía sobre el futuro del común cine iberoamericano, el famoso mercado de los quinientos millones de hispano hablantes era posible y lo más importante de todo: nos lo creíamos y teníamos ilusión.

Es muy importante fabricar películas, pero la mayoría de las películas latinoamericanas no se estrenan más que en su país de origen y como mucho en el país coproductor

Intentando no dejarme llevar por la nostalgia del espléndido futuro que uno veía en esos años, quisiera detenerme un poco en hablar del programa Ibermedia. España fue la impulsora del programa, cuyo gran acierto para que funcionara fue el poner la condición de que para recibir la ayuda cada país tenía que poner dinero en Ibermedia, al contrario de lo que pasaba en el resto de los programas. La aportación económica mayoritaria española proviene del Ministerio de Exteriores, y cada año es menos y menos, por lo tanto nuestro peso en el programa es menor. A pesar de la buena labor de Itziar Taboada, nos estamos dejando comer el terreno por Brasil y otros países que sí consideran el cine como un arma cargada de futuro. El programa Ibermedia funciona muy bien en coproducción de películas, en desarrollo de guiones o formación, pero sigue con el agujero negro de la distribución. Es muy importante fabricar películas, pero la mayoría de las películas latinoamericanas no se estrenan más que en su país de origen y como mucho en el país coproductor, pero casi nunca en otros países de América o de España y Portugal. Y en esto hemos bajado los brazos. Habría que impulsar un programa de distribución de películas en el ámbito latino.

Las autoridades cinematográficas iberoamericanas deberían pensar y buscar soluciones para la circulación de películas en las, cada día, más pantallas de cine pues mientras en España se cierran salas cada semana, en América Latina se abren. Hay que felicitar también a Ibermedia por la difusión en televisión, en un gran número de televisiones públicas y privadas, de una gran variedad de películas iberoamericanas.

Si uno se cree que tenemos una gran lengua común, que soñamos en el mismo idioma, que la variedad de palabras y acentos nos enriquece como personas, que juntos somos más fuertes, que podemos crear y disfrutar imágenes e ideas en común, que tenemos ambiciones de contar bien nuestras historias, si somos competentes como empresarios, si cada día hay mejores técnicos y actores, si nuestras empresas pueden hacer con las mismas calidades películas y series que otras cinematográficas europeas o norteamericanas.

Las autoridades cinematográficas iberoamericanas deberían pensar y buscar soluciones para la circulación de películas en las, cada día, más pantallas de cine pues mientras en España se cierran salas cada semana, en América latina se abren

Es asombroso aceptar que los fondos de las cinematográficas de Argentina, Brasil o México tienen mucho más dinero que el fondo español. Siempre me sale pedir que quiero competir como empresario con las mismas ayudas que tienen los productores alemanes, franceses o ingleses, con las mismas, no más, pero no menos. Vemos con admiración como crecen las políticas de incentivos de México, Brasil o Colombia. Y las nuestras retroceden, disminuyen y nos pasamos los días hablando si van a pagar lo que deben tres años más tarde de cuando las producimos.

De verdad alguien se cree que no hay 60 millones de euros al año para nuestro cine, y sí miles de millones para rescatar bancos.

Espero que algún día alguien del gobierno se dé cuenta del error de la política cultural y que hay que dar un giro de 180 grados al rumbo.

La otra orilla sigue ahí, esperando que volvamos a reconstruir el puente que nunca debimos abandonar, todavía hay tiempo antes de que se caiga.

Gerardo Herrero
Director y Productor cinematográfico
Funda la empresa Tornasol Films en 1987. Entre todas sus películas producidas, 143, ha recibido más de 80 premios. Cabe destacar, Óscar a la mejor película extranjera por la película El Secreto de sus ojos dirigida por Juan José Campanella, León de Plata en el Festival Internacional de Cine de Venecia por Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia, Palma de Oro en el Festival de Cannes por El viento que agita la cebada, de Ken Loach. Entre los años 1993 y 1994, presidió la Real Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Además, es miembro fundador de la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid y promotor del Programa Ibermedia. Desde el año 1997 y 2000, Presidente de la FAPAE y Secretario General de FIPCA hasta el 2001.

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