UNO Octubre 2015

La sociedad civil: un actor infravalorado

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Entre los factores estratégicos que condicionan las relaciones entre la UE y América Latina, pocas veces se señala el que representa la sociedad civil. Incluso, en no pocas ocasiones, cuando se hace referencia a ello da la impresión de que es más por dejar constancia de lo políticamente correcto que por convencimiento.

¿Por qué las organizaciones de la sociedad civil son, o deberían ser, tan importantes en las relaciones entre la UE y ALC?

En primer lugar, porque son la base de tales relaciones. Antes de que surgiera la UE, o el Grupo de Río, o Mercosur, la SC ya estaba allí, como consecuencia de procesos y por vínculos históricos, migratorios, lingüísticos, culturales, familiares, civilizatorios. Estos vínculos hacen que las relaciones entre nuestras sociedades civiles sean mucho más desarrolladas que con cualquier otra región del mundo. Dicho de otra manera, la fuerza de las relaciones UE-ALC se cimienta en la sociedad civil: olvidarlo o trivializarlo es un grave error.

A veces, pensando en los intereses concretos nos olvidamos de lo esencial: de los intereses políticos y estratégicos. No puede haber alianzas estratégicas que no hagan suyas las sociedades civiles

Segundo, porque en esta época en la que los movimientos comerciales y de inversiones tienden a trasladarse del Atlántico hacia el Pacífico, no conviene olvidar la importancia de los factores políticos y estratégicos. En un momento en que el mundo se enfrenta a desafíos como el cambio climático y el desarrollo sostenible, el aumento de las desigualdades, la gobernanza mundial, los movimientos migratorios y los éxodos producidos por las guerras, la escasez de recursos raros o del agua, la transición hacia otras fuentes de energía, una cierta medievalización de los conflictos religiosos y de las epidemias, o la irrupción de una nueva potencia mundial, como China, las alianzas estratégicas son esenciales. Y, con seguridad, no hay una alianza estratégica más natural que la que puede unir a Europa y América Latina, dos regiones que representan un billón de personas. A veces, pensando en los intereses concretos nos olvidamos de lo esencial: de los intereses políticos y estratégicos. Nos está pasando en el interior de la UE y nos puede pasar en relación con AL. Pero lo cierto es que no puede haber alianzas estratégicas reales, profundas y duraderas que no hagan suyas las sociedades civiles.

17En tercer lugar, están surgiendo protagonismos de la sociedad civil cada vez más difíciles de soslayar. Pongamos por caso ejemplos bien recientes, como la posición de gran parte de la sociedad civil europea y estadounidense ante la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI) o los movimientos, impulsados por nuevas generaciones, en Honduras o Guatemala, contra la corrupción, la reforma del sistema educativo en Chile o la presión internacional contra los “contratos de protección” en México. Los procesos de globalización y democratización conllevan inevitablemente demandas de reconocimiento de la democracia social para exigir que junto a la ciudadanía política y civil se reconozca la ciudadanía social. La sociedad civil es, y lo será más en el inmediato futuro, un factor central para la aceptación, la legitimación y la dinamización de alianzas entre nuestras dos regiones.

En más de 20 años de relaciones entre la SC latinoamericana y europea hemos conseguido algunos avances importantes: clima de cooperación y de confianza; colaboración directa entre sectores, como el de la economía social, el sindical, el empresarial, el de redes sociales; fortalecimiento de las instituciones representativas de la SC de AL; consolidación de Encuentros Bienales; presencia de la sociedad civil en la Asamblea parlamentaria Eurolat; reconocimiento de la participación de la SC en diversos acuerdos comerciales o de asociación, como el de Chile, Colombia/Perú, Centroamérica; participación en la Asociación Estratégica UE-Brasil.

Y, especialmente, contribuir en un nuevo escenario en el que el modelo social europeo ha perdido para muchos valor de referencia, a renovar el relato de la insustituible asociación estratégica entre la Unión Europea y América Latina

No cabe duda, sin embargo, de que queda mucho por hacer para poder ser más eficaces. Me atrevo a proponer algunas prioridades: 1) llevar a cabo proyectos entre los Encuentros Bienales: por ejemplo, sobre la protección social de los trabajadores emigrantes o desplazados, sobre la economía sumergida y el empleo decente; 2) Estructurar de una forma menos repetitiva, más racional y eficaz la participación de la SC en los distintos Acuerdos y Asociaciones Estratégicas; 3) Fortalecer las estructuras regionales de participación de la SC en las distintas subregiones de AL; 4) Lograr la creación de una participación conjunta de la SC europea y mexicana en el Acuerdo de Asociación, así como en la Asociación Estratégica; 5) Recalcar por enésima vez la importancia que la SC otorga a la consecución de un Acuerdo de Asociación entre la UE y Mercosur, no sólo por razones económicas sino también políticas y geoestratégicas.

Y, especialmente, contribuir en un nuevo escenario en el que el modelo social europeo –ese “patrimonio de la humanidad” reivindicado por el Presidente Lula– ha perdido para muchos valor de referencia, a renovar el relato de la insustituible asociación estratégica entre la Unión Europea y América Latina.

 

José María Zufiaur
Presidente de la Sección de Relaciones Exteriores del Comité Económico y Social Europeo / España
Fue secretario general de la Unión Sindical Obrera (1971-1977) y en 1975 pasó a ser integrante de la “Comisión de los 10” de la Oposición Democrática. En 1977 es elegido miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de la Unión General de Trabajadores (UGT) donde ha ostentado los puestos de secretario general adjunto (SGA), responsable de las Comisiones Negociadoras de UGT en los “Acuerdos de Concertación Social”, director de la revista Claridad y director del Instituto Sindical de Estudios. Además, es presidente de la Sección de Relaciones Exteriores del Comité Económico y Social de la Unión Europea, miembro del Comité Científico del Centro de Estudios Sindicales del Instituto de Florencia y del Grupo de Alto Nivel sobre Relaciones Laborales y Cambio Industrial en la Unión Europea. [España]

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