UNO Octubre 2015

Unión Europea – América Latina: cartes sur table

20_2

 

Aquellos que estén familiarizados con la forma de analizar en Francia cuestiones relevantes, comprenderán mejor el porqué de este título. La expresión “Cartes sur Table”, que en su versión inglesa, “Cards on the Table”, podría confundirse con la famosa novela de Agatha Christie, en francés alcanza un significado muy concreto: “definir las intenciones, mostrándose lo más sincero posible”, es decir, jugar con franqueza, desvelar las cartas con el fin de ser honestos, de ser claros.

Seamos claros. Hablar de Latinoamérica cada día se vuelve más complejo si queremos describir algo más que una denominación geográfica. Distintas realidades políticas, sociales y económicas hacen cada vez más difícil englobar a todo el subcontinente americano dentro de una misma realidad. Esto plantea el primer reto para analizar la visión que pueda tener Latinoamérica sobre su relación con la Unión Europea o con cualquier otro actor económico o político del mundo.

Durante este comienzo del siglo XXI, Latinoamérica ha vivido uno de sus mejores momentos en su historia reciente. Después de haber palidecido durante años por la dificultad del asentamiento de la democracia en muchos de los países y por profundas crisis económicas que retrasaron el desarrollo en muchos de sus territorios, parece que se tomaron los aprendizajes necesarios. Si a esto le sumamos la bonanza que en los últimos años han experimentado las materias primas, principal elemento de la canasta de exportación de la región, no es de extrañar cifras de crecimiento de más del 5 % anual entre 2003 y 2012, según el Banco Mundial –siempre, con grandes asimetrías ya que mientras Chile podía crecer en 2012 un 5,6 %, Venezuela lo hacía en un 1,2 %–.

Esta situación hizo de la región un punto interesante al que mirar. Por un lado, Latinoamérica podría convertirse en el heredero del “Dragón asiático”. Una vez que el sudeste asiático ha alcanzado increíbles cotas de desarrollo en los últimos años, la región podía estar preparada para experimentar su propio boom. Por eso, China comenzó una agresiva política de comercio exterior con América Latina. Si comparamos la tendencia de las importaciones de la región con Asia/Pacífico, Estados Unidos y la Unión Europea, vemos rápidamente que es la primera la que registra un mayor crecimiento, (el 700 %) en la década 2000-2010, mientras que con Estados Unidos la balanza decrece en un 34 % y con la Unión Europea, las importaciones bajan un 3,5 %. Además, en volumen las importaciones de América Latina provenientes de Asia se sitúan por primera vez por encima de las que hace a la Unión Europea (( Fuente: CEPAL, Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2010-2011)).

En la década 2004-2014, la UE pasó de tener, en general, un déficit comercial con la región a un superávit, particularmente significativo con México y Brasil

Por su parte, Estados Unidos, durante la administración del Presidente Obama, ha tenido una relación más distante y menos intensa con la región, centrándose fundamentalmente en los temas que más impacto tienen dentro de sus fronteras, seguridad y la inmigración, por poner un ejemplo. No hay que olvidar que el 16 % de la población estadounidense es de origen latino y que el 73 % de esos votantes lo hizo a favor de Obama en las últimas elecciones. Sin embargo, el hecho más importante que puede hacer girar toda la estrategia de Estados Unidos en la región es el desbloqueo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. La reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales con la isla es, sin duda, el acto de más repercusión del presidente de EE.UU en la región, que da por zanjada los últimos vestigios de la Guerra Fría y abre un escenario no sólo con Cuba, sino también para América Latina, ya que, por volumen, sigue siendo el principal actor comercial de la región.

Ante este escenario, ¿cómo se enmarcan las relaciones entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)?, ¿qué tipo de acuerdos existen de carácter bilateral?, ¿cuál es su situación actual?, ¿cómo han evolucionado? Son cuestiones que es necesario abordar para ver el alcance de su relación y, sobre todo, las expectativas de futuro.

Si tuviéramos que elegir una sola palabra para enmarcar la evolución de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, con franqueza, con honestidad, con claridad, nos decantaríamos por “languidez”. Esa es la percepción. No sabemos si más intensa por el lado europeo o por el latinoamericano. Ahí están ambos.
Lánguido hay que contemplarlo en la acepción de la Real Academia Española de la Lengua, como “de poco espíritu, de poco valor, de poca energía”. Quizás, también, podría pensarse como de poco interés. Sin embargo, cuando se analizan los números de la relación Europa-Latinoamérica, la precisión de las cifras, aunque en algunos momentos estas nos parezcan tediosas, conduce a conclusiones muy diferentes. Veamos.

La Unión Europea (UE) es el segundo socio comercial de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). En los últimos diez años, el comercio entre la UE y Latinoamérica se ha duplicado, representando más del 6 % del comercio total de la UE. Por otro lado, la UE es el mayor inversor extranjero directo en los países Celac, con unos volúmenes que en 2013 totalizaron 505700 millones de euros, lo que representa el 10,3 % de los 4,9 billones de euros de la inversión extranjera directa (IED) de la UE y, aproximadamente, el 35 % de la IED que recibe la Celac. Es muy significativo, como dato, que las inversiones de la UE en la Celac son superiores a las realizadas por la UE en Rusia, China e India, sumadas todas ellas.

20Desde el punto de vista del ranking de los socios comerciales de la Celac, la UE ocupa el segundo puesto, igualada con China y a una mayor distancia de su primer partenaire que, evidentemente, es Estados Unidos.

En la década 2004-2014, la UE pasó de tener, en general, un déficit comercial con la región a un superávit, particularmente significativo con México y Brasil. Algo más pequeño con algunos países de Centroamérica, especialmente, Guatemala y El Salvador, aunque, bien es verdad, que las relaciones UE-Centroamérica han fluctuado en el contexto de una tendencia sin consistencia alguna. En el cómputo total del comercio de la UE con la región, solamente Chile, Costa Rica, Panamá y El Salvador, han experimentado una leve reducción.

Del total de las importaciones de la Celac, la UE representa más del 14 % y el 11,5 % de sus exportaciones, destacando Brasil y México, seguidos de Chile, Argentina, Colombia y Perú.

En el año 2014, la UE exportó a la Celac bienes por valor de 110000,6 millones de euros, un 6,5 % del total de las exportaciones de la UE e importó por valor de 98000,6 millones de euros, un 5,9 % del total de sus importaciones. Por tanto, el superávit para la UE fue de unos 12000 millones de euros. Brasil y México representaron el 2 % y el 1,4 %, respectivamente, del total del comercio de la UE. Las principales exportaciones de la UE hacia Celac fueron maquinaria, equipamientos de transporte y productos químicos. En cuanto a las importaciones, fundamentalmente, productos agrarios y materias primas.

Además, la UE ha concluido acuerdos comerciales con 26 de los 33 países miembros de la Celac.

Con los 15 países del Cariforum (Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, República Dominicana, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago), la UE concluyó un Acuerdo de Cooperación en 2008. Actualmente, es su segundo mayor socio comercial, después de Estados Unidos, con un déficit para el Cariforum de 800 millones de euros. El alcance de este acuerdo va más allá de lo puramente comercial. Si bien tiene un componente muy importante de liberalización de los intercambios, es cierto que su objetivo es poner estos al servicio del desarrollo, ya que impulsa la inversión y el intercambio de servicios, favorece el hacer negocios en un contexto de libre competencia, cuenta con el apoyo de fondos europeos y, desde luego, contribuye a una mayor integración de los países de la región en el contexto de la globalización. La tercera reunión del Consejo Conjunto UE-Cariforum, celebrada en Georgetown (Guyana) el pasado 16 de julio, constató los progresos en el acuerdo entre ambos, así como el gran potencial del mismo para contribuir al desarrollo sostenible de los Estados miembros del Cariforum.

Los países de Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá), desde diciembre de 2013, tienen un Acuerdo de Asociación con la UE que contiene un importante pilar comercial. Este acuerdo ha supuesto un paso significativo en las relaciones entre las dos regiones y, desde luego, debe contribuir al establecimiento de relaciones empresariales y de inversión más estables entre ellas, al aumento de los beneficios directos para sus ciudadanos, así como al impulso del desarrollo sostenible. Pero, sobre todo, dicho acuerdo debe constituir un elemento fundamental en el proceso de integración política de Centroamérica y, por tanto, para la estabilidad y seguridad de la región.

De los cuatro países que componen la Comunidad Andina (Bolivia –que ha firmado recientemente el protocolo de adhesión a Mercosur–, Colombia, Ecuador y Perú), Colombia y Perú tienen un Acuerdo Comercial con la UE que entró en vigor en 2013. Por su parte, Ecuador, concluyó en 2014 su entrada en este acuerdo multipartes. En 2014, los flujos comerciales entre la UE y Colombia alcanzaron una cifra de 14000,5 millones de euros (6000,4 millones para las exportaciones y 8000,1 millones para las importaciones. En el caso de Perú, el importe fue de 8000,1 millones de euros (3000,2 millones para las exportaciones y 4000,9 millones para las importaciones). Todavía es prematuro el extraer conclusiones sobre el impacto del acuerdo, debido al hecho, como señala la Comisión Europea en su informe de 4 de diciembre de 2014 sobre su aplicación, de que no se disponga de determinados datos y cifras. Igualmente, tiene que transcurrir algún tiempo antes de que los operadores económicos se adapten, a fin de beneficiarse plenamente de las nuevas posibilidades comerciales que ofrece dicho acuerdo.

Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela y ahora, prácticamente, Bolivia) es un gigante dormido, que a fuerza de no construir consensos, no aprovecha el poder que le otorga el ser la cuarta economía más grande del mundo, después de la UE, NAFTA y ASEAN, con un PIB total de 2,6 billones de euros en 2014. La UE es su mayor socio comercial, representando un 20 % del comercio total de Mercosur y para la UE, Mercosur ocupa el sexto lugar, representando el 2,8 % del comercio total de la misma. Existen negociaciones desde 1999 para la celebración de un Acuerdo de Asociación con la UE que, tras la última Cumbre de los países del Mercosur celebrada en Brasilia el pasado 17 de julio, se ha decidido impulsar con vistas a la conclusión, en el plazo mas breve posible, de un Acuerdo ambicioso y equilibrado. Hay que destacar que se trata del tercer mayor acuerdo en proceso, después del de los Estados Unidos y Japón.

Conscientes de la fragmentación regional, se están adoptando otros acercamientos a diferentes velocidades. Mención especial merecen Brasil, México y Chile. Los dos primeros tienen la consideración de socios estratégicos de la UE y el tercero tiene un Acuerdo de Asociación que entró en vigor en 2003 y que, ahora, Chile, al igual que ocurre con el Acuerdo Global México-UE, quiere modernizar. Por otra parte, se está avanzando notablemente en la supresión de visados de entrada en la UE para países del Caribe, así como para Colombia y Perú. Igualmente, Bruselas y Brasil están discutiendo los planes para instalar un cable submarino de comunicación Lisboa-Fortaleza, con el fin de reducir la dependencia de Estados Unidos en el sector de las telecomunicaciones.

Por las tradicionales relaciones entre la Unión Europea y Latinoamérica, sigue existiendo una amplia oportunidad de estrechar lazos sólidos aprovechando las sinergias establecidas

La importancia de Brasil y México para la UE, ha quedado puesta de manifiesto en la reciente Cumbre UE-México (Bruselas 12 de junio 2015) con la presencia de Enrique Peña Nieto, así como en la Cumbre UE- Celac (Bruselas 10 y 11 de junio 2015), con la presencia de Dilma Rousseff, en la que se ha querido poner el foco en la región para compensar, de alguna manera, los 250000 millones de dólares que China ha prometido invertir en los próximos diez años. De alguna manera, la consolidación de la Alianza del Pacífico, de la que forman parte Chile, Colombia, Perú y México, denota la visión que están teniendo algunos de los países líderes de la región acerca de hacia dónde puede estar su futuro.

Juntos la UE y la Celac reúnen a 61 países, es decir, casi una tercera parte de los miembros de la ONU, ocho de ellos son miembros del G20 y, en total, agrupan a más de 1000 millones de personas, es decir, un 15,5 % de la población mundial.

Las cifras económicas y su evolución desde 1999, incluso a lo largo de una devastadora crisis financiera, ofrecen un resultado impresionante, frente a aquellos que, tanto desde la UE, como desde la Celac, contemplan de manera distante y, quizás, poco realista, la singularidad de su relación.
Por las tradicionales relaciones entre la Unión Europea y Latinoamérica, sigue existiendo una amplia oportunidad de estrechar lazos sólidos aprovechando las sinergias establecidas e intentando perseguir un modelo diferente al que está proponiendo China. En la medida en la que la Unión Europea pueda traspasar el modelo chino de importación de materias primas y pasar a un modelo relacional más basado en compartir conocimiento para desarrollar procesos productivos más equilibrados que escapen al modelo exportación de materias primas e importación de productos terminados, se abre no sólo la posibilidad de mejorar las relaciones entre América latina y Europa sino la creación de nuevos mercados más desarrollados que permitan mejorar las balanzas comerciales de las dos orillas del Atlántico.

Por todo ello, va siendo hora de poner “cartes sur table”, para valorar, en su justa dimensión, la importancia de las relaciones UE- Celac, con el objetivo de potenciarlas. Hay que trabajar en esa dirección, con más energía, a tenor de lo que ambas regiones, si actúan conjuntamente, pueden conseguir en el complejo contexto de la globalización con el fin de ofrecer a sus ciudadanos un gran espacio compartido de estabilidad y progreso.

Javier Rosado
Socio y director general de LLORENTE & CUENCA Panamá
Durante estos años, Javier ha liderado principalmente proyectos relacionados con comunicación de crisis, comunicación de infraestructuras y comunicación y litigios. Antes de incorporarse a la compañía, fue director de comunicación de la Refinería Gibraltar-San Roque, propiedad de CEPSA, y dirigió la comunicación de Petresa e Interquisa. Previamente, trabajó durante cuatro años para editorial Planeta, y durante más de 6 años como periodista en diferentes medios de comunicación en España, como Cadena Ser, diario Marca, ABC y Agencia EFE. [España]
José Isaías Rodríguez
Vicepresidente de Asuntos Europeos de LLORENTE & CUENCA / España
Es vicepresidente de Asuntos Europeos en LLORENTE & CUENCA, vicepresidente del Grupo de Empleadores del Comité Económico y Social Europeo (CESE) y miembro del Consejo Asesor de la Fundación Europea de Formación (ETF). Inició su carrera en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) como director adjunto del Departamento de Comunidades Europeas y, posteriormente, como vicesecretario general. Desde la entrada de España en la Unión Europea y durante 25 años, ha sido director de la Delegación de la CEOE en Bruselas, cargo desde el que ha representado los intereses de las empresas españolas ante las Instituciones Europeas y ante BUSINESSEUROPE. [España]

Queremos colaborar contigo.

¿Buscas ayuda para gestionar un desafío?

¿Quieres trabajar con nosotros?

¿Quieres que participemos en tu próximo evento?