UNO Julio 2015

Latinoamérica ante la encrucijada

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La historia reciente de América Latina en materia económica y social es alentadora. La reactivación del crecimiento, la recuperación de la estabilidad macroeconómica, los éxitos en la lucha contra la pobreza y un desarrollo más equitativo y justo han sido significativos.

Un marco internacional favorable, dado los altos precios de las materias primas y los alimentos, combinado con una mejor institucionalidad macroeconómica y una política social activa, permitieron logros importantes en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, reduciendo a la mitad la tasa de incidencia de la pobreza, ampliando las oportunidades de empleo decente y una mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral.

El desempeño económico y social de Latinoamérica desde el año 2000 es la prueba de que se puede aspirar, de manera simultánea, a mayor crecimiento económico y a mayor equidad, que no son objetivos irreconciliables, siempre que exista la voluntad política y el liderazgo necesarios.

Sin embargo, en tiempos recientes, la economía internacional y, especialmente, la demanda de materias primas y alimentos de Asia, ha perdido dinamismo, lo que junto con la baja en los precios del petróleo, ha impactado negativamente en muchas de las economías de la región, especialmente, de Sudamérica. Esto plantea un panorama mucho más complejo para los próximos años, donde habrá que plantearse cuáles son los nuevos motores de un crecimiento más dinámico, al mismo tiempo que se deberá compatibilizar este menor crecimiento con las muy altas expectativas y demandas de la población, en cuanto a empleo y la calidad de los servicios, y evitar la reversión de los logros obtenidos en la década anterior en los indicadores de pobreza e inequidad. De hecho ya desde el 2012 se observa un aumento en el número de personas por debajo de la línea de pobreza y un estancamiento en la disminución de los índices de inequidad, lo que debe preocuparnos de manera especial.

El desempeño económico y social de Latinoamérica desde el año 2000 es la prueba de que se puede aspirar, de manera simultánea, a mayor crecimiento económico y a mayor equidad

Volvamos, por un momento, a los logros obtenidos estos años:

En años recientes, la política de desarrollo social, especialmente aquella orientada a romper la transmisión intergeneracional de la pobreza, ganó en relevancia.

Entre 2000 y 2012, la inversión per cápita en este rubro creció casi al 7% anual. Si lo medimos en relación al PIB, el gasto social destinado a salud, educación, seguridad y previsión social o vivienda, aumentó del 14.5% al 18.4%. En educación básica, la tasa de matriculación primaria alcanzó el 94% en 2014, mientras que la de secundaria aumentó del 60.5% al 73% durante 2000 y 2014.

La educación terciaria tuvo una expansión fenomenal reflejada en el hecho de que el 70% de los jóvenes universitarios son la primera generación en su familia en llegar a este nivel de educación.

Estas son sólo algunas cifras que están detrás del cambio en el mapa social en nuestra región, con 60 millones menos de pobres y 82 millones de latinoamericanos que pasaron a formar parte de las clases medias. En países como Argentina, El Salvador, México, Nicaragua y República Dominicana, dicha redistribución fue responsable de más de la mitad del descenso de la pobreza.

02Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, entre el 25% y el 28% de la población sigue estando en condición de pobreza y, aunque esta cifra está muy por debajo del 40% de los años 90s, sigue siendo excesivamente alta para el nivel de ingresos de la región. Así mismo, el 37% de la población, si bien ha salido de la pobreza, sigue estando en condiciones muy elevadas de vulnerabilidad, por lo que no podemos decir que pertenece a la clase media. La mayoría de ellos no tiene protección social alguna y enfrentan el riesgo constante de volver a caer en la pobreza.

No hay duda que este momento de deterioro en las condiciones externas y de desaceleración económica nos encuentra con mayores fortalezas que en el pasado para enfrentarlo, pero también es cierto que nos “pilla” con la tarea inconclusa tanto en el ámbito social como en el productivo.

La productividad de las economías latinoamericanas se ha quedado rezagada con respecto a los países asiáticos, así como la inversión en ciencia y tecnología y en infraestructura. La articulación de las pequeñas y medianas empresas en las cadenas de valor y en el esfuerzo exportador demanda una nueva generación de políticas productivas, que apuesten por el emprendimiento, por el talento y la innovación, y añadan más valor a todo lo que se produce, sea del sector primario, servicios o industrial. Sólo así podremos entrar con paso firme a la economía del conocimiento. Para ello, la calidad de la educación es fundamental, no solo para la economía, sino para combatir la inequidad y evitar la transmisión intergeneracional de la desigualdad.

No debemos olvidar que Latinoamérica sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo. Y estas desigualdades no son solo en la distribución del ingreso, sino también entre grupos que sufren discriminación o marginación, tal y como se manifiesta en la brecha de género, la brecha rural urbana y de la población afrodescendiente e indígena.

Será, pues, determinante la dirección que se elija en la encrucijada en la que hoy estamos.

La calidad de la educación es fundamental, no solo para la economía, sino para combatir la inequidad y evitar la transmisión intergeneracional de la desigualdad

Desde la Secretaría General Iberoamericana centramos nuestro trabajo en construir sobre lo logrado tras diez años de intensa cooperación iberoamericana y en desarrollar el mandato recibido de los países; impulsar la cultura, la innovación, la educación y la cohesión social como ejes vertebradores de lo iberoamericano y trabajar en lo que nos une, no en lo que nos separa, haciendo una apuesta decidida por los jóvenes, su formación, movilidad y mayor capacitación y la cultura común –un verdadero activo y valor de lo iberoamericano y un factor fundamental de un desarrollo humano más incluyente y sustentable–.

Impulsaremos una ambiciosa Alianza para la Movilidad Académica en Iberoamérica para estudiantes, profesores e investigadores que promuevan el intercambio y el aprendizaje mutuo, así como la igualdad de oportunidades a través de la experiencia educativa que se obtiene cuando se estudia fuera de las propias fronteras. Necesitaremos, para ello, de la participación de actores públicos y privados en torno a este ambicioso proyecto.

Impulsaremos, también, proyectos culturales y de cultura digital, así como la creación de un Canal Iberoamericano de Televisión que abra una verdadera ventana al mundo iberoamericano a la que se asomen todas nuestras sociedades.

Creemos firmemente en el aporte que podremos hacer desde una Secretaría General Iberoamericana renovada, dinámica y volcada hacia el futuro, donde trabajemos con la comunidad de países iberoamericanos en torno al futuro que queremos construir juntos y produciendo resultados concretos para nuestros ciudadanos.

Rebeca Grynspan
Secretaria General Iberoamericana / Costa Rica
Economista y ex Vicepresidenta de Costa Rica, fue elegida por unanimidad Secretaria General Iberoamericana el 24 de febrero de 2014 en la ciudad de México. Antes de su nombramiento, fue Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Administradora Asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Desde 2006 al 2010, la Sra. Grynspan fue Subsecretaria General de la ONU y Directora Regional para América Latina y el Caribe del PNUD. Con anterioridad, había sido Directora de la Sede Subregional en México de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Vicepresidenta de Costa Rica entre 1994 y 1998. @RGrynspan [Costa Rica]

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