UNO Octubre 2015

Una asociación estratégica por el clima

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Hace 30 años que España y Portugal firmaron su adhesión a la Unión Europea. Echando la vista atrás, es evidente para quienes hemos vivido estos ilusionantes años que nuestra incorporación al proyecto europeo ha supuesto un instrumento de modernización, de estabilidad y de prosperidad para ambos países. A pesar de las dificultades que han atravesado en los últimos años como consecuencia de la peor crisis económica de nuestra historia reciente, hemos encontrado en el seno de la Unión Europea, una garantía para un futuro mejor. Jamás nuestro continente, esto es, los países que forman parte de la Unión, había disfrutado un periodo más largo de paz, estabilidad y prosperidad. Esto no es fruto de la casualidad. Es fruto de un esfuerzo colectivo basado en la solidaridad y en los valores universales de libertad, democracia, igualdad y Estado de Derecho, con el objetivo de superar los egoísmos nacionales y asegurar la libertad y prosperidad de nuestros ciudadanos.

En su adhesión a la Unión Europea, España y Portugal también incorporaron consigo un poco de América Latina, una región que forma parte de nuestro imaginario colectivo de manera tan intensa y palpable que a veces es difícil discernir dónde acaba Europa y dónde empieza América. Por eso, la Unión Europea y América Latina han buscado, a lo largo de los últimos años, establecer un marco estable de cooperación política, social y económica que articulase, en torno a los valores universales de los que les hablaba al principio, nuestras relaciones. Este deseo se materializó en la cumbre de Río de 1999 en la asociación estratégica birregional entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe. Desde entonces, las distancias que nos separan a través del océano se han reducido enormemente en beneficio mutuo. Hay innumerables ejemplos de ello. Los vínculos comerciales entre ambas regiones se han doblado en la última década. La Unión Europea es el principal inversor en la región con una cuota de un 34 % de inversión extranjera directa, al tiempo que un 20 % de ésta inversión en la UE viene de América Latina y el Caribe. Hemos firmado numerosos acuerdos comerciales, convirtiéndose ésta región en una de las más integradas con la Unión Europea.

Tenemos una responsabilidad histórica de dar respuestas concretas ahora

Además, ambas regiones compartimos nuestra preocupación por asuntos globales. Y es que, en el mundo en el que vivimos, nos enfrentamos a grandes retos comunes a los que solo podemos hacer frente si aunamos nuestros esfuerzos. Debemos, pues, aprovechar las oportunidades que nuestras privilegiadas relaciones nos ofrecen para materializar nuestra voluntad de dar respuesta a los grandes retos globales de manera conjunta, siendo uno de los más acuciantes, en términos medioambientales y de desarrollo, la lucha contra el cambio climático. Tenemos, pues, una responsabilidad histórica de dar respuestas concretas ahora. En este contexto, la próxima cumbre de Cambio Climático que se celebrará en París a final de año bajo los auspicios de Naciones Unidas, será una oportunidad para demostrarle al mundo que nuestra asociación estratégica es una asociación para el futuro y, una oportunidad para promover de manera conjunta un desarrollo duradero y garantizar un alto nivel de vida para nuestros ciudadanos en forma de un compromiso firme, vinculante, y hacer frente al calentamiento global.

07Como negociador de la Unión Europea en la cumbre de París, quiero que esta cumbre marque un hito en una nueva era de interdependencia global. Que sirva para dar inicio a un nuevo estadio en el que la defensa del interés común superior aglutine a los países del mundo en torno a la noble causa de dejar una herencia mejor para las generaciones futuras en todo el planeta. La Unión Europea ha puesto encima de la mesa un compromiso sólido e inequívoco a este respecto. El pasado mes de octubre de 2014, alcanzamos un acuerdo europeo para reducir nuestras emisiones de CO2 para 2030 en, como mínimo, un 40 % respecto a los niveles de 1990. Este acuerdo representa un claro ejemplo de la ambición y seriedad de nuestro compromiso climático. Pero además, creemos que este compromiso es compatible con el crecimiento económico y la creación de empleo. Los datos lo demuestran. A pesar de la crisis económica nuestra industria ha conseguido reducir sus emisiones y mantenerse competitiva, gracias al establecimiento hace ya 10 años del mercado europeo de carbono, que estimula la inversión en nuevas tecnologías más eficientes. Y es que el avance científico y tecnológico, además de ser una nueva oportunidad para nuestras economías, para nuestras empresas y para la creación de empleos nuevos, es la llave del éxito de nuestra acción por el clima.

Importantes naciones del mundo se están moviendo en la buena dirección. Todos los países del G7 han puesto sobre la mesa objetivos de reducción de emisiones, tal y como se acordó en la pasada cumbre climática de Lima. La mitad de los países miembros del G20 han presentado sus objetivos. En total somos ya más de 50 países los que hemos puesto sobre la mesa objetivos concretos de mitigación y adaptación, incluyendo a Méjico, China, Estados Unidos, Rusia, Canadá, y la Unión Europea. Juntos representamos el 60 % de las emisiones globales. Si bien es un buen dato, y demuestra que cada vez más países están tomándose en serio su responsabilidad, aún no es suficiente. Por ello, quiero animar a las naciones de Latinoamérica que aún no lo han hecho a que se sumen a este esfuerzo cuanto antes, cada una en la medida de sus posibilidades. La Unión Europea está dispuesta a tender la mano a aquellas que lo necesiten para hacer de esta lucha contra el cambio climático una realidad. Nadie debe faltar a esta responsabilidad global compartida que les mencionaba al principio. Todos debemos contribuir a este esfuerzo, ya que está en nuestras manos, especialmente en la de aquellos que ostentamos responsabilidades públicas, dejar a las futuras generaciones un mundo mejor, más justo y más próspero.

 La Unión Europea está dispuesta a tender la mano a aquellas que lo necesiten para hacer de esta lucha contra el cambio climático una realidad

La lucha contra el cambio climático tiene mucho que ver con los valores compartidos de los que hablaba al principio. No podemos ni debemos hipotecar el futuro de nuestros hijos, haciéndoles más vulnerables todavía a los riesgos del cambio climático. Este desafío global, es más grande de lo que nuestra acción separada puede abarcar. La Unión Europea sabrá estar a la altura de las circunstancias. Confío en que nuestro compromiso sirva de ejemplo para otras regiones del mundo, también para América Latina. No debemos perder la oportunidad que París nos ofrece a todas las regiones y naciones del mundo. Démosle, en la cumbre de París, un vigor nuevo a la cooperación internacional alcanzando un buen acuerdo climático, que sea vinculante, con objetivos claros y progresos mesurables. La humanidad entera estará mirándonos y recordará a quienes estuvieron a la altura de las circunstancias.

Miguel Arias
Comisario europeo de Energía y Acción por el Clima / España
Es el comisario europeo de Energía y Acción por el Clima desde el 1 de noviembre de 2014. Estudió la carrera de derecho en la Universidad Complutense de Madrid (1974) y es abogado del Estado. En 1987 ejerció como profesor de la Universidad de Cádiz hasta que en 1982 fue elegido miembro del Parlamento andaluz. En 1986 fue elegido miembro del Parlamento Europeo hasta 1999, encabezando la comisión parlamentaria de Agricultura y Desarrollo Rural. Fue ministro de Agricultura y Pesca en el Gobierno de España (2000-2004), y ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (2011-2014), antes de ser elegido cabeza de lista de su partido para las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. [España]

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