UNO Noviembre 2022

El precio del medicamento es el precio de la salud

El concepto de sostenibilidad económica del sistema de salud público y el privado ha llevado a una dicotomía equivocada sobre la economía de los recursos frente a los gastos con los medicamentos. Debido a una visión cristalizada que prioriza un presupuesto preestablecido para la compra de fármacos, en muchos casos ya superados, frente a los beneficios que pueden producir terapias con tecnologías más modernas y con costes más elevados, se opta siempre por la primera alternativa. Parece ser que a quienes legislan sobre la adquisición de medicamentos se les escapa el detalle de que el precio que se da a los medicamentos es el precio que se da a la salud de los brasileños. Si, inicialmente, las inversiones son más elevadas, a corto y medio plazo los efectos positivos de los nuevos medicamentos para el colectivo pueden, en muchos casos, incluso aliviar los costes sobre el sistema de salud, además de conseguir una sociedad más saludable.

Sin embargo, el simplismo con que se tratan estas cuestiones hace que no se aborden conceptos de fondo más complejos. Las decisiones no tienen en cuenta la opinión de segmentos de la sociedad civil directamente implicados en la atención y los cuidados de los enfermos, como las organizaciones de pacientes, de médicos y de familiares, siempre bajo el pretexto de que las compras se realizan en función del presupuesto disponible. De esa forma, la relación con las partes interesadas más implicadas en este proceso se vuelve asimétrica, debido al predominio de los principales responsables de la toma de decisiones que se encuentran atados a hojas de cálculo financieras, pero no a las transformaciones sociales y científicas. Hay estudios recientes que demuestran que, en el caso de las enfermedades raras en Brasil, entre 2012 y 2019, la mayoría de los medicamentos utilizados para tratarlas fueron rechazados para su incorporación cuando fueron presentados por la industria farmacéutica. Esto se debe en parte a que no existe ningún procedimiento ni criterio especial para evaluar estos medicamentos, al contrario de lo que sucede en el Reino Unido y en Australia.

Las decisiones de compra de medicamento no tienen en cuenta la opinión de segmentos de la sociedad civil directamente implicados en la atención y los cuidados de los enfermos, como las organizaciones de pacientes, de médicos y de familiares.

Naturalmente, las nuevas tecnologías para terapias médicas, desarrolladas en los centros de investigación más avanzados del mundo, van a implicar más costes al inicio. Sin embargo, es incuestionable que vale la pena que estos costes sean absorbidos por el sistema de salud debido a los efectos positivos que generan en la sociedad. La realidad de hoy en el país es que, debido a esa visión estrecha en la compra de medicamentos por el gobierno o por el sistema privado, decidida en el ámbito de Conitec (Comisión Nacional de Incorporación de Tecnologías al SUS) y de Cosaúde (Comité Permanente de Regulación de la Atención Sanitaria), muchas terapias avanzadas para el control y la cura de enfermedades en áreas como la oncología, la esclerosis múltiple, la hemofilia y  las enfermedades raras en general quedan fuera del papel de la ANS (Agencia Nacional de Salud Complementaria) y de los programas de asistencia farmacéutica del Ministerio de Salud. Eso a pesar de que, desde una perspectiva puramente económica, varias nuevas tecnologías de salud de alto coste pueden tener un impacto presupuestario positivo al reducir las visitas a las salas de urgencias, hospitalizaciones u otros costes de un paciente tratado de forma inadecuada.

Eso lleva en muchos casos a pacientes que buscan tener acceso a medicamentos no incorporados por medio de litigios (judicialización), que es el camino menos deseable desde el punto de vista de una buena política pública. Los medicamentos huérfanos representan el 90 % del coste total de esos procedimientos judiciales y la mitad de los medicamentos han sido para el tratamiento de enfermedades raras. Claramente, es necesario un nuevo enfoque para evitar este fenómeno.

La rápida aparición de vacunas para la prevención del COVID-19, a pesar de las controversias internas en el país acerca de la compra inicial de estos medicamentos, demostró tácitamente la importancia que posee la industria farmacéutica para la conservación de la vida humana. En el sector existe un sentimiento de orgullo relacionado con los cambios de la sociedad ante los avances científicos, que muchas veces están relacionados con la industria farmacéutica, como en el caso de las vacunas, que permitieron vencer a la pandemia y nos dieron un aprendizaje sobre cómo enfrentar posibles nuevas enfermedades que afecten a las personas de forma colectiva. 

El aprendizaje constante con las crisis sanitarias y la aparición de nuevas enfermedades nos anima a seguir adelante, siempre con la mirada en el futuro, basándonos en los nuevos avances científicos. Enfermedades que, hasta hace unas décadas, eran mortales en la mayoría de los casos, como el sida, hoy son plenamente controlables. Y las nuevas terapias basadas en la investigación genética van a provocar un nuevo salto en el tratamiento de innumerables enfermedades.

El aprendizaje constante con las crisis sanitarias y la aparición de nuevas enfermedades nos anima a seguir adelante, siempre con la mirada en el futuro, basándonos en los nuevos avances científicos.

Es necesario que los legisladores de las políticas públicas en el área médica piensen más allá de las tablas presupuestarias y den espacio para que los segmentos de la sociedad relacionados con el tratamiento de enfermedades, es decir, los que están de cara al público, atendiendo directamente a los enfermos, ofrezcan nuevas reflexiones y visiones para la modernización de estas políticas. No hay duda de que una evolución en el papel de los medicamentos ofrecidos en el país puede producir muchos beneficios para toda la sociedad en lo que se refiere a bienestar, felicidad, tranquilidad y productividad. Estamos hablando del precio que se da a la salud de los brasileños, que tienen derecho a tener acceso a los mismos medicamentos ofrecidos en países que están desarrollando estructuras de evaluación más adecuadas para terapias más complejas, como las utilizadas en las enfermedades raras.

No hay duda de que una evolución en el papel de los medicamentos ofrecidos en Brasil puede producir muchos beneficios para toda la sociedad en lo que se refiere a bienestar, felicidad, tranquilidad y productividad

En TEVA, que es el líder mundial en genéricos y tiene una fuerte presencia en los medicamentos innovadores, entendemos la complejidad de esta cuestión y estaremos siempre dispuestos a aportar a este debate para que haya más pacientes que puedan acceder a terapias que necesitan y que están disponibles.

Roberto Rocha
Director General de Teva Brasil
Director General de Teva Brasil. Administrador de empresas y con un Máster en Ingeniería de Producción y cursos de formación en liderazgo en escuelas de negocios como Harvard, Wharton e IPADE México, cuenta con más de veintiocho años de experiencia trabajando en la industria farmacéutica en varios países del mundo. Es un ejecutivo con experiencia y habilidades multiculturales que se han adaptado a lo largo de su carrera a diversos y dinámicos entornos empresariales en regiones como América Latina y Europa del Este.

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